sábado, 27 de febrero de 2021

EDGARD, EL COLECCIONISTA- LA BELLA Y LA BESTIA

EDGARD, EL COLECCIONISTA LA BELLA Y LA BESTIA Quiara, la mujer más hermosa del pueblo, había fallecido. Era tan bella que todos la conocían como “La Diva”. Llegó a la funeraria en el momento de su espectacular esplendor maduro, por una muerte natural que dejó consternado a todo el mundo. Josué, su añoso marido, se encargó, con gran pesar, de tramitar la despedida. —Siempre pensé, don Edgard, que yo partiría primero. Esta tragedia me ha destrozado totalmente. Imagínese, que tengo horribles visiones desde que mi Diva me dejó… —¿A qué se refiere con “visiones”? —Pues, se lo cuento en confianza. Le ruego discreción, porque no quiero que me tomen como a un viejo loco. “No bien se llevaron el cuerpo de Quiara, un monstruo espeluznante se me presentó, en forma muy amenazante. Era una masa obesa, amorfa, con gelatinosa piel, donde se translucían hinchadas venas azules, plagada de horribles pústulas y espinas. “Emanaba un olor nauseabundo, y llevaba puesta una máscara con el rostro de Quiara, que se le corría, develando una cara demoníaca, realmente de pesadilla. “Noté su impotencia para comunicarse conmigo. Era como que quería decirme algo, y al no lograr hablarme, me enviaba unos impulsos de fétido viento que me arrojaban al piso. “Como le dije antes, Edgard, solo puede ser producto de mi imaginación. Es alienante… “El punto es que temo regresar a mi casa. Creo que si vuelvo a ver a esa criatura del infierno, me va a fallar el corazón. —Hagamos una cosa, Josué: quédese a descansar en mi cuarto de huéspedes. “Tristán, mi ayudante, puede ir por sus cosas, así se cambia tranquilo para cuando comience el velorio. “Créame que no es tan extraña su visión. Confíe en mí. Verá que todo tiene una solución, más allá del doloroso trance por el que está pasando. El pobre hombre aceptó agradecido, sintiendo que le sacaban una enorme carga de encima. Tristán se encargó de buscar sus pertenencias, y cuando regresó, me comentó: —Hay un rastro de energía funesta en esa casa, Edgard. Y sigue hasta aquí, donde se encuentra el cuerpo de “La Diva”. —Comienzo a percibirlo. Como si la hubiéramos invocado, se materializó Quiara, con la espeluznante forma que me había referido Josué. El horripilante ser, loco de rabia e impotencia, intentando cubrir su satánica cara con la máscara, nos arrojaba hediondas ráfagas de viento, para tirarnos al piso. Por puro instinto, impusimos al unísono nuestras manos sobre la abominación, captando la realidad del odio que emanaba, y, a la vez, frenando sus ataques. Pudimos ver a Quiara de niña, absolutamente malcriada por sus padres, atendiendo sus más insólitos caprichos, y obteniendo de todo su entorno lo que deseaba, en base a su belleza y simpatía, abusándose siempre de quiénes la rodeaban. Ya adolescente, aprobaba las materias de la escuela con trabajos ajenos, que conseguía usando su encanto y seducción. Cuando sus padres dejaron de brindarle sus ilimitadas pretensiones económicas, arregló, justo al cumplir la mayoría de edad, un accidente con el coche, dónde al perecer sus progenitores, ella quedó como única heredera. Descubrió entonces que no había fortuna familiar. Solo del sacrificio enorme de sus padres, quedaron enormes deudas contraídas para darle los gustos. Empezó entonces una “cacería humana” de marido que la mantuviera al nivel de sus exigentes ambiciones. Luego de pasar por varios hombres en círculos de dinero y poder, encontró en Josué a la víctima perfecta. Lo enamoró y manipuló como siempre acostumbraba, hasta conseguir ser su esposa. Durante todo su matrimonio, lo engañó innumerables veces con hombres jóvenes, a quiénes mantenía con el dinero de su esposo, según sus caprichos. Nunca le dio el gusto a Josué de brindarle un hijo. Le mintió diciéndole que buscaba el embarazo, cuando en realidad se cuidaba con un dispositivo, mientras el hombre, esperanzado, soñaba que llegara su heredero. Desde la misma infancia, Quiara no dudó jamás en valerse de la manipulación, la mentira, el engaño, la traición, y cuántos recursos malvados le permitieran acceder a sus caprichos egoístas. Rompió parejas solo por el placer de hacerlo. Arruinó amistades por envidia. Dio pésimos consejos a quienes la consideraban su amiga. Y lo peor de todo: fue una asesina despiadada, que no tuvo reparo en eliminar a sus propios padres para conseguir independencia económica. Ahora, esa alma enferma, deformada por los vicios de la maldad, mostraba la verdadera faz de “La Diva”: la de un monstruo desalmado y horrendo, que no aceptaba haber sido tocada por la muerte, y loca de rabia, quería atacar para volver al plano terrenal a alimentar sus apetencias insaciables. —¡Quiara: arrepiéntete de tu maldad! ¡Estás muerta! ¡No hay modo de que regreses! “¡Tu única salvación es admitir tus pecados, y recapacitar, para marchar en paz hacia la luz! Como respuesta, el repulsivo espectro nos arrojó un golpe de viento de olor asqueroso. El ser solo quería seguir haciendo daño. Nos miramos con Tristán, y asentimos. Tomados de la mano, dirigimos toda nuestra energía, que canalicé en mi voz, alterada por la violencia del ente dañino. —¡Ya que no quieres redención, inmundo engendro, te expulsamos al inframundo, donde moran los seres malvados como tú!! “¡En nombre de la luz sagrada, lárgate ya de aquí, sucia abominación! Una extraña electricidad atravesó el aire. Quiara, quien ya en ese momento no se molestaba en cubrirse con la máscara, que arrojó al piso con rabia, comenzó a “desinflarse”, por huecos que se abrían de su gelatinosa piel inmunda, y por los cuales salía un humo negro espeso. Lo último en desintegrarse fue su horrenda cara demoníaca, cuya mirada de odio enfermizo hubiera matado al pobre Josué, de haber tenido que contemplarla. Luego de unos segundos eternos, la masa de la aparición cayó como un pellejo vacío y reseco, y se desintegró en pequeños insectos como arañas, que desaparecieron incendiados mientras intentaban huir. Solo quedó del espíritu corrupto la máscara con el bello rostro de “La Diva”, que ocultó siempre tras su hermosura una bestial maldad y corrupción enfermiza. Josué no tendría nunca más “visiones”. Velaríamos a la mujer más hermosa del pueblo en paz. Seguramente, su belleza sería una leyenda por estos lares. Solo nosotros sabríamos que tras la bella se escondía una bestia horripilante y venenosa. Y es lo que me hace reflexionar la máscara con su rostro, en mi colección: la manía de la humanidad de venerar los dones físicos por sobre la bondad del alma, y la pésima costumbre de juzgar por las apariencias exteriores. Espero, mis amigos, que no se cruce jamás en su vida un ejemplar de esa clase, y que sepan valorar el interior de las personas. Los espero en La Morgue, y con gusto les mostraré el bello rostro que escondía los pecados más terribles.

lunes, 22 de febrero de 2021

San Vicente

En él se mezclan el olor a cloaca, del azar de las flores confundidas de estación, de porros fumados en rincones de las plazas principales, donde juegan los niños en las hamacas, y acechan los choros para arrancar las carteras a las laburantes esperando el bondi que demora demasiado en llegar. Sabemos de las casas intocables por la cana, ocupadas para cocinar la mierda que vuelve zombis a los pibes. A "la buena", la venden en otras locaciones, también intocables, resguardadas. Tenemos las ferias callejeras, donde comprás una artesanía de ensueño, una pilcha usada, un juguete, un libro de hace medio siglo, que te embriaga con su olor amarillento por dos mangos, y los puestos de verduras, donde vocean con poesía urbana, entre pícara y nostálgica, las bondades de un tomate, la oferta de la berenjena, en una competencia de argumentos para atraer a las doñas trajinando los changuitos de las compras. Está la casa Eiffel, de metal, traída plegada desde Francia, obra del ingeniero de la torre, armada como un mágico rompecabezas que resistió el tiempo y el olvido entre sus paredes de chapa. El hogar del pintor Malanca, donde aún vive una de sus dos hijas mellizas, iguales como un espejismo, con su marido escritor. El centro cultural, con su registro civil, construído hace dos siglos, donde alguna vez fuimos con el coro de mi escuela primaria para inaugurar la biblioteca. El lugar nació como mercado, en el mismo sitio donde años atrás se remataba ganado. Con el río Suquía a un paso, comercio propio, y buenas rutas de acceso, los vecinos de otrora querían independizar al barrio, nacionalizarlo, con esa rebeldía tozuda y optimista, que le dejó el apodo de "La república". En el teatrito del centro cultural, se pusieron en escena las obras llenas de magia de Miguel Iriarte, nacido en el lugar, y obsesionado con plasmar su realidad a través del arte surgido de sus vivencias en las calles, arrancando risas y lágrimas con la alquimia viceral de los trovadores del pueblo. Y tenemos la leyenda del Lobizón, avistado en el cementerio, que resurge cada cierto ciclo de años, y que quedó plasmado en un long play de La Mona Giménez, de una época en que los vecinos se sentaban en la calle, con las puertas abiertas para refrescar las casas con zaguán, compartiendo los chismes picantes del momento. Tuvimos los corsos, con carrozas, disfraces alucinantes, donde vi de niña actuar al Negro Álvarez, en sus comienzos, con chistes algo subidos de tono para la época, que hicieron reir a los asombrados vecinos, osado atrevimiento en un evento familiar. Las curtiembres, cerca del río, fueron un empuje económico para la zona en sus inicios, trayendo olores nauseabundos a los que te acostumbrabas, y que solo sentían "los de afuera". Y el barrio sigue latiendo con corazón propio, con sus grandezas y miserias, rodeado de villas de emergencia y de fantasmas dormidos. Con un comercio pujante, con soldados caídos que se lloran en cada local desocupado con el cartel de "se alquila", que uno mira incrédulo, por haber crecido comprando en ese negocito desde siempre. Las banditas de pibes del pasado, hoy gente seria que reniega con sus adolescentes díscolos, olvidados de sus propias rebeldías, reemplazadas por otras algo más peligrosas, donde dudás que lleguen a la edad adulta para tener que preocuparse con sus proles anárquicas, y repetir esquemas ancestrales. Y yo, particularmente, las anécdotas de mi viejo, que corría carreras clandestinas con su Puma cuarta serie, en un circuito que después fue Campo La Rivera, hoy un espacio destinado a la memoria, donde los milicos desaparecieron gente en los crematorios del cementerio del Lobizón, que hoy sigue llenando de hollín la ropa colgada en las sogas de la gente humilde, que vive en sus cercanías, y en donde una vez me asaltaron con un chumbo, que temblaba tanto en las manos de su dueño, que pensé que no la contaría. Pero me fui sin un reloj, con una anécdota, y un ataque de risa incoherente que me dieron los nervios y el susurro de la Parca. Ese es mi barrio. Lo digo con el orgullo de quien trajinó sus calles, lo vió crecer, reinventarse, luchar con los tumores propios de todas las pequeñas sociedades argentinas, los curros de los gobernantes de turno, y las ganas sin límites de hacer un buen lugar para que los hijos y nietos crezcan con relativa tranquilidad. Y obvié historias burdelescas: las famosas Ponce, toda una institución cerca del puente, y más contemporánea, La Marcela, en la otra punta, con su casona de chicas trans, que todavía está en pie, enrejada como una jaula, obviamente, ya sin sus servicios. Y sigo aquí, latiendo al ritmo de su historia y de sus cambios...

sábado, 20 de febrero de 2021

#sábadodeexcesos FERNET MALEVO

#sábadodeexcesos FERNET MALEVO Si despertarte en pelotas sobre un sillón en medio de una plaza, con la sensación de que pequeños gnomos te están masticando el cerebro macerado en alcohol, no es lo suficientemente confuso y desconcertante, el horrendo y claustrofóbico grillete de un anillo en el dedo izquierdo que disfrutó a pleno libertad toda su vida, es la introducción perfecta a una película de terror espeluznante. Al toque, entre el latido de mis sesos resacosos, me percaté de que tenía compañía en mi estrafalario lugar de reposo. -¡Buenos días, mi amor! Nuestro primer despertar como esposos… Observé a la tipa que me saludaba, no menos hecha mierda que yo. Logré reconocer, tras capas de arrugas, sobrepeso, y maquillaje tétricamente corrido, a mi primera noviecita de la adolescencia, Dolores. Igual que yo, Dolores sufrió los avatares de la edad en forma desastrosa. Poco quedaba de la muchachita fresca por la que alguna vez había suspirado. Pero algo no había cambiado para nada: su mirada. Supongo que es el sello de agua de los seres humanos. La saludé sacudiendo la mano como un boludo, intentando recordar los eventos que me condujeron donde estaba. Miré a mi alrededor para orientarme. Se levantaban como zombis, de bancos o del mismo piso, el cura, el intendente, un locutor apolillado, cantantes hambreados, celebridades locales, y vecinos. Todos mareados y confusos. Entonces recordé mi regreso al pueblo natal, en honor a la celebración de sus fiestas patronales, invitado como héroe, ya que había conseguido el auspicio de una marca berreta de fernet para solventar los gastos de la fiesta. El laburo con la empresa de bebidas me había brindado una última dosis de respetable dignidad, luego de muchos meses de desempleo y malaria. Y proponer la entrada de la marca en mis pagos, para imponer el brebaje en un nuevo mercado, me dio la venia del jefe para consolidar mi dudoso prestigio, más ordinario aún que los ingredientes del fernet. Junto con los auspiciantes, se acordó que unas bellas promotoras, a cierta hora de la velada, repartieran a la concurrencia, al iniciar el bailongo, sendos vasos de ´´Fernet Malevo´´, con bebida cola. El calor asfixiante, el ejercicio del baile disparando ríos de transpiración, y la sonrisa invitadora de las chicas que lo repartían, hizo que se consumieran cantidades exorbitantes de bebida. El porcentaje de alcohol del producto debía ser similar al de un vodka ruso pensado para beberlo a menos cuarenta grados bajo cero. Difusamente, se me vino una escena donde rememoraba amorosamente con Dolores nuestro noviazgo prehistórico, y luego, en un salto de plano, me vi rubricando unos papeles frente al juez de paz y al cura añejado en sotana de roble, ambos abrazados para no caerse de la mamúa, mientras me felicitaban, con una voz no menos pastosa que las de un público trastabillante, que gritaba como demente: ´´¡Vivan los novios, carajo!´´. Los empresarios de la cámara de comercio firmaban, en plena borrachera, un acuerdo con uno de los ejecutivos que llegó conmigo, única persona sobria entre la bacanal de beodez. Luego de las firmas, subieron a las promotoras en las combis y se tomaron el palo, abandonándome a mi suerte como hombre casado, en mi remoto pueblo de la infancia, en la misma loma de la mierda. Dolores vio mi cara de espanto y horror. Con esa mirada bella y calma que la transformaba nuevamente en la chica perfecta, me dijo, mientras me alcanzaba mi ropa, casi en un susurro: -Tranquilo, Facha. ¡Facha! Hacía veinte años que nadie usaba ese apodo, que me quedaba bastante ridículo, dada mi apariencia. -Es verdad que nos casamos, pero no te preocupes. Es solo una puesta en escena. ´´Este pueblito se quedó en el tiempo. Lleno de chismes y prejuicios. ´´Mi viejo, con la mente más cerrada que ninguno, se está por retirar de su negocio en la empresa. Y si persistían los rumores sobre mí, en vez de entregarme la presidencia, que me la gané con años de esfuerzo y sacrificio, se la iba a dar al inútil mantenido de mi hermano. El idiota haría mierda el negocio familiar en pocos meses. -¿Qué rumores, Dolores? -Soy lesbiana, Facha. Tengo pareja. Sé que en la ciudad, esto te debe parecer inverosímil, pero acá, el tiempo atrasó su curso en cuanto a las mal llamadas ´´buenas costumbres´´. ´´No confiaba en nadie de aquí para hacer un acuerdo razonable que me liberara de perder mis derechos. Entonces, como una bendición, llegaste vos, el único tipo que no me traicionó nunca en la vida. Te lo conté todo anoche, pero estabas muy tomado. ´´Aceptaste el trato. Como mujer casada, me quedo como presidente de la empresa, y vos sos ahora un hombre rico y libre. Porque no te voy a coartar la vida en absoluto. ´´Lo único que te voy a pedir, es que oficialicemos la unión en una ceremonia más formal, con todo el mundo sobrio, y que hagas el papel de marido feliz. ´´Después te podés ir de viaje de negocios el tiempo que quieras, mientras vuelvas cada tanto, para cumplir tu personaje. -Me dejás sin palabras, Dolores. ¿De dónde sacaste este anillo? -Es el que uso con Estelita, mi gran amor . Tiene dedos grandes. O vos, muy flacos… -Esto es lo más loco que me pasó en la vida. -¿Te arrepentís? -Para nada. ¿Puedo pedirte un favor? -Por supuesto. -Brindemos con ´´Fernet Malevo´´, así no se rompe el hechizo. Ella se rió. Su risa, al igual que su mirada, tampoco había cambiado…

viernes, 19 de febrero de 2021

EDGARD, EL COLECCIONISTA - EL CORAZÓN DIVIDIDO

EDGARD, EL COLECCIONISTA EL CORAZÓN DIVIDIDO El comisario Contreras me invitó a tomar un café, ansioso de contarme una historia. —¿Usted recuerda, Edgard, a Lucrecia? —Por supuesto. Oficié su velorio, hace un par de semanas. —Pues fíjese, qué curioso: anoche, recibí una llamada de una mujer histérica, afirmando que la finada había ido a vengarse de ella y su amante, por envenenarla. “Contó que se apareció mientras ellos estaban en la cama, diciendo que regresaba de la tumba en busca de justicia. A Tamara, la denunciante, le arrancó un collar con medio corazón, que le pertenecía, y Alberto, su viudo, murió espantado de un ataque cardíaco al ver la aparición. “Nos llevamos a la mujer, perturbadísima, a la comisaría para tomarle declaración, y se confesó coautora del asesinato de Lucrecia: dijo haberla envenenado en complicidad con Alberto, para quedarse con la fortuna de la mujer, que heredó de su padre años atrás. “Ni siquiera la quisimos detener, por lo desquiciado de la declaración. El médico de Lucrecia había firmado el acta de defunción como muerte natural, luego de una larga enfermedad, pero Tamara no quiso regresar a la casa de su amante y ex patrón fallecido. Prefirió pasar la noche en una celda, donde, lamentablemente, se ahorcó. “Ahora tengo una historia totalmente enredada, una acusación de negligencia por no haber enviado a Tamara a un hospital, un misterio estrafalario, con dos muertos a cuestas, y una supuesta resucitada vengativa… —Es bastante curioso, Contreras. El cuerpo de Tamara y Alberto, me imagino, estarán en la morgue judicial. —Así es. A mí se me ocurrió que usted y su ayudante, Tristán, podrían investigar algo a respecto…Extraoficialmente, por supuesto. ¡Es que me mata la curiosidad! Y sentí el presentimiento que tenía que contarle esto. Como que me pesaba en el pecho. —No le prometo nada, comisario. Porque yo vi el ascenso del alma de Lucrecia hacia la luz. Me miró con tristeza antes de ascender, pero lo hizo. Si siento algo que pueda traer claridad al caso, no dudaré en contactarme. Y me quedé, yo también con la intriga, que compartí con Tristán. Le dábamos vueltas y más vueltas al asunto, sin encontrar por donde comenzar a averiguar. —Me parece, Edgard, que en algún momento la respuesta llegará a nosotros. A veces somos piezas que pone el destino en el lugar correcto, cuando corresponde. Y tal como lo dijo Tristán, apareció la respuesta al dilema, con forma de mujer. Fue muy impactante ver entrar a mi oficina, guiada por Tristán a ¡Lucrecia! Mis ojos se negaban a confirmar lo que veían, y, además, percibí, al igual que Tristán, la energía de quienes poseen el don. —Les pido mil disculpas por el impacto que, de seguro les debe causar mi presencia. “Aclaro, que, aunque mi nombre también es Lucrecia, soy la medio hermana de la fallecida. “Si tienen la bondad de escucharme, les contaré todo con detalle. “Mi padre, Santiago, era bígamo. Como hombre de negocios que viajaba constantemente, no le fue difícil llevar su doble vida, que él creía secreta. “Verán: tanto mi madre como la de mi hermana sabían perfectamente la situación. “Ambas tienen una percepción especial, que nosotras, las hijas, heredamos. “Papá eligió para casarse ilegalmente, en dos pueblos distantes, a mujeres muy parecidas. Casi idénticas, diría yo. Quizá por eso sus hijas resultamos casi mellizas en apariencia. “¿Por qué toleraron esta situación sin desenmascarar a mi padre? Realmente no lo sé. Son mujeres que tienen una espiritualidad extraña y compleja, y se comunicaban a distancia entre sí, como hermanas astrales, sin celos ni conflictos. “Lo mismo ocurrió entre nosotras, las “Lucrecias”, nacidas el mismo día y hora, a kilómetros de distancia durante un viaje de mi padre, que no tuvo reparo en que nos llamáramos igual. “Nos contactábamos mentalmente desde que tengo memoria. Como dos gemelas, amigas, cómplices, sin habernos visto jamás. “Compartíamos todas nuestras vivencias y secretos. “Por desgracia, cuando mi hermana se percató de que su marido la quería matar en complicidad con su amante, la empleada doméstica de la casa, yo estaba en coma, tras un accidente. “En mi impotente estado no podía ayudarla, pero le prometí hacer justicia ni bien mejorara, si esa era la voluntad de Dios. “Durante todo el proceso en que esa malvada mujer la envenenaba, me contó que le había robado sus joyas, y la que más penaba era un collar regalado por mi difunto padre: el de un medio corazón de oro, que completa otro que me dio a mí, llevándolo colgado en el cuello como propio. “Quiso el destino que saliera del coma cuando ya era demasiado tarde para mi pobre hermana. Ella había fallecido. Pero me había comunicado que se marchaba en paz, porque confiaba en que yo impartiría justicia ante su asesinato. También me comunicó que fue despedida en una funeraria donde un hombre se condolió por la tristeza de su alma, y que rezó para que encontrara la paz: usted. “Solo por eso me siento en la obligación de contarles lo ocurrido, sin la pretensión de que se apliquen leyes humanas en este caso. “Mi hermana me indicó donde guardaban una llave de emergencia para entrar en la casa. Así que con un vestido similar al que usó en su funeral, me apersoné en su hogar, entrando sin dificultad a la alcoba, donde compartían los asesinos el lecho. “Me hice pasar por la Lucrecia fallecida, diciéndoles con toda la furia que me transcurría, que volvía de la tumba a vengarme de la infamia que habían cometido. “Cuando vi el collar en el cuello de Tamara, se lo arranqué con una ira demencial, gritándole que estaba maldita, y que no conseguiría jamás perdón ni paz por su delito. “Quise desquitarme con el retorcido Alberto, pero el muy infeliz, cobarde, murió del susto, sin darme la oportunidad de decirle lo miserable y ruin que era. “Al ver que Tamara había quedado prácticamente enloquecida, simplemente me retiré, sabiendo que confesaría su crimen, y que no terminaría nada bien, tal y como ocurrió. “La cuestión es que cumplí el deseo de mi hermana. Volví a mi casa, comunicándole lo ocurrido a mi madre, que le transmitió la información a su camarada astral, para consolarla. Nada le devolverá a su hija, pero la sensación de justicia siempre es un alivio. “Y si hablo de alivio, debo decir que yo no lo tenía, al percibir su inquietud, a la distancia, respecto a esta historia. “Me sentía en deuda con usted, por orar en pos del descanso del alma de mi hermana, cuando percibió su tristeza al partir. “Quiero agradecerle dejándole su collar, junto al mío propio. “Sé que en sus manos, los simples objetos se potencian como símbolos de sanación, y si algo necesito ahora, es sanar el profundo dolor que me trajo no poder auxiliar a Lucrecia y salvarle la vida. Así que se los dejo con la ilusión de aliviar mi tristeza. “No abandonen su camino contra el mal, que mora en todas partes. El mal nos rodea como un cáncer, disfrazado de sonrisas amables y supuestas buenas intenciones. No dejen de estar atentos. Y llámenme, si alguna vez me necesitan. Yo también los tendré en cuenta. Y casi sin darnos tiempo de agradecer, preguntar o despedirnos debidamente, Lucrecia se fue, electrificando el aire con la energía de su don. Tomé los corazones, que se fundieron en el acto al juntarlos, como si jamás hubieran sido piezas independientes, más allá de las dos cadenas que tenían. Ocuparían un lugar especial en mi colección, recordando la necesidad de justicia, y, como lo había dicho la enigmática Lucrecia, de luchar constantemente contra el mal, acechando desde todos los rincones de este mundo conflictivo. Me quedaba pendiente contarle el desenlace al comisario Contreras. Ahora los espero a ustedes, en La Morgue, para mostrarles mis piezas coleccionadas, y todas las historias tras ellas.

sábado, 13 de febrero de 2021

EDGARD, EL COLECCIONISTA - AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

EDGARD, EL COLECCIONISTA AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE Recibí al señor Raúl, sumamente abatido por el deceso de su amada esposa, Amanda. —Deseo, estimado Edgard, que confeccione un féretro especial para mi mujer. Tiene que ser del doble del tamaño convencional. —Puedo hacerlo, incluso con la falta de tiempo encima, ya que estamos próximos a recibirla, pero tenga en cuenta, Raúl, las exigencias vigentes en cuanto a las medidas, respecto al espacio para el entierro. Eso no depende de mí, y no deseo que tenga usted inconvenientes. Menos aún, en un momento tan doloroso, para estar renegando con estatutos municipales. —Gracias, Edgard. Hice los trámites pertinentes a ese respecto. —Disculpe mi curiosidad, Raúl. ¿Cuál es el motivo para un ataúd tan grande? —Digamos que es para respetar un deseo de Amanda. Ella tenía siempre claustrofobia. “Amaba los espacios abiertos, amplios. Le encantaba mirar las aves en el cielo, porque admiraba la amplitud de su espacio de vuelo. Por eso también mi pedido del revestimiento interno de la tapa color celeste, con dibujo de pájaros. “De todos modos, cuando concluya el velatorio, tendré una pequeña conversación con usted, justo antes del cierre del féretro, si no le es inconveniente. Es para mí de suma importancia, Edgard. —Por supuesto, Raúl. Ya mismo me pongo en marcha con todo el proceso. No bien se retiró Raúl, llamé a mis carpinteros para que completaran la tarea en tiempo récord. Les tuve que enviar a Tristán, mi ayudante para que los asistiera, ya que era una tarea más que ardua. Entre tanto, llegó el cuerpo de la malograda Amanda, consumido por un cáncer agresivo y cruel. Puse todo mi empeño y arte en dejarla absolutamente bella, tal y como era antes de que la terrible enfermedad se apropiara de su existencia. Sentí de golpe su presencia. La vi observándome con una mirada benevolente y triste. Estaba lista para partir. Una gran aflicción la ataba todavía al plano terrenal. —¿Estás preocupada por tu esposo, Amanda? Ella asintió. —No asume tu partida, ¿verdad? Nuevo asentimiento. —Tranquilízate. Hoy mismo hablaré con él para que marches en paz. Como tomándose un respiro, se retiró de mi vista, mas no de mi percepción, ya que seguí sintiendo su triste energía. Los carpinteros llegaron a tiempo, acompañados de Tristán. Estaban agotados por la realización del extraño pedido, pero el resultado fue una obra maestra funeraria, con molduras y detalles sumamente finos y delicados. Trasladamos el cuerpo, y comenzamos el velatorio, muy concurrido. Amanda era una mujer queridísima en la comunidad. Llamé a un aparte a Tristán. —Cuando la ceremonia termine, Raúl vendrá a hablar conmigo. Debes sentir que va a suceder algo extraño. Debemos estar preparados. —Sí, don Edgard. La señora Amanda nos acompaña, observando todo, preocupada. Y su esposo está muy raro. No se aparta de un maletín enorme que carga, y apenas contesta los saludos de pésame. —Estemos atentos. Transcurrió el velorio con normalidad, y al concluir, y retirarse los deudos, Raúl se nos acercó. —¿Podré hablar a solas con usted, Edgard? No es nada personal. - agregó, dirigiéndose a Tristán. —Tristán cuenta con mi entera y absoluta confianza. Raúl. Puede hablar con total tranquilidad. Nada de lo que usted nos diga saldrá de aquí. —Como verán, cargo este maletín. Es para ustedes. Tiene una verdadera fortuna. Son los ahorros de toda mi vida, que sin Amanda, ya no es tal. “Deseo ocupar un espacio en el féretro junto a ella, y que nos entierren juntos. Como le conté antes, no toleraba los espacios cerrados, menos aún los oscuros. Quiero acompañarla hasta que no me quede aliento, contándole sobre el vuelo de las aves en el cielo, recordándole nuestros momentos juntos, y quedándome con ella por toda la eternidad. —Raúl: no podemos cumplir su pedido. Aún en el caso en que fuera posible, eso haría muy desdichada a su esposa, que no puede marcharse hacia la luz, por su deseo de aferrarse a sus restos. Ella quiere, como usted, dice, volar feliz, como los pájaros. Su enorme tristeza, su falta de aceptación, la anclarían a una desdicha sin límites de tiempo y espacio. Si lo enterramos vivo, la pena de los dos no tendría fin jamás. Como para dar énfasis a mis palabras, el espíritu de Amanda se hizo presente, avanzando hacia Raúl, que lloraba desconsoladamente al ver a su esposa, toda luminosa, emanando amor, abrazándola inmaterialmente, pero haciéndole vibrar de energía el cuerpo trastocado de dolor. —¿Siente el deseo de libertad de Amanda? ¿Percibe la voluntad de ella de que continúe con su vida para poder marchar en paz? Porque no descansará nunca, si usted no acepta soltarla, amigo. Raúl cruzó la mirada con la etérea de Amanda. Besó sus labios inmateriales, y se llevó las manos al corazón. Fue la señal que ella necesitaba para poder dirigirse hacia la luz de la paz eterna, y con una última caricia llena de amor, se deshizo en esquirlas luminosas en forma de plumas, que se corporizaron, flotando un rato en el aire antes de caer dentro del féretro, y un puñado en manos de Raúl, y otro, en las mías. —Ahora ella es libre. Y lo esperará cuando llegue su momento. Recuérdela como energía de luz, como el vuelo de las aves, en las plumas que dejó. “Hubiera sido horrible que muriera enterrado vivo junto a un cuerpo en descomposición, Raúl. Somos mucho más que nuestros restos. Yo me ocupo de despedirlos con honra y cariño, pero hay un universo enorme más allá de los rituales de la muerte. Raúl quedó conmocionado por un rato, luego del cual aceptó ser llevado al entierro por Tristán. Le prometí cuidar su maletín para que lo retirara luego, más tranquilo. De todos modos, me ocupé de llamar a cuantos amigos y parientes cercanos del hombre yo conocía, para que lo acompañaran y siguieran de cerca sus pasos. No creía que estuviera en peligro de cometer una estupidez, pero el cariño de los seres queridos nunca está de más en un trance así. Las plumas, blancas y hermosas, forman parte de mi colección, para recordar que el amor es mucho más fuerte que la muerte, que la trasciende absolutamente. Un cuerpo que se pudre, es parte de un proceso terrenal inevitable. Un alma que ama, no perece jamás. Los saludo, mis amigos, esperándolos en La Morgue. Recuerden que, si no quieren acercarse, tarde o temprano, pasarán de todos modos por aquí. Disfruten en vida el mes del amor, y todos y cada uno de sus días.

sábado, 6 de febrero de 2021

#ViernesNarrativo47 -¡Órale!

#ViernesNarrativo47 ¡ÓRALE! Me desperté con la cabeza inflada como un globo de helio, palpitando de dolor. La escasa luz entrante no me daba pistas de donde mierda estaba. Recordaba vagamente la noche anterior. El acérrimo acoso de mi amigote para que fuéramos a un antro que se llamaba Júpiter, Saturno, o algo así. Me dijo que tenía una mina para presentarme, y no paraba de hablar. Creo que lo seguí para que por fin se callara, pero no hubo forma. Dale que dale a la parla. Estaba tan puesto que finalmente su perorata parecía el zurear de una paloma con retraso mental. Una especie de alfombra despelucada hacía las veces de pista, donde se sacudían como electrocutados individuos muy drogados o alcoholizados. Para ponerme a tono con el ambiente, y no sentirme un alienígena caído de un cometa, intimé bien a fondo con una botella de vodka de dudosa calidad. Y hasta ahí recuerdo. Vi que estaba en pelotas dentro de una cama, junto a una persona arropada a mi lado. Me daba apuro, pero debía saber dónde y con quién estaba, así que la destapé. Tuve que reprimir un grito de horror que pugnaba por escaparse de mi boca, y huir por la ventana entre abierta, al ver a mi compañera de lecho, una linda muchachita, degollada con lo que parecía un sacacorchos. Yacía en un charco de sangre, en la depresión del colchón muy gastado. Su mirada vidriosa me congeló las tripas. Me levanté de golpe, acercándome a la tenue luz de la ventana perlada de rocío, observando que en mi cuerpo no había ninguna mancha sangrienta, nada que delatara interacción con la barbaridad de la flaquita. Me vino, como en una bruma difusa el nombre de la chica, empapado en un efluvio de vodka: Carmen. Estaba muy buena. No le presté atención a las incoherencias que decía camino a su apartamento, mientras me acariciaba provocativamente. Me decía, moviendo hábilmente sus dedos en mi piel, que había sido su último ocaso como oveja ignorante de un rebaño perdido. Que tenía el remedio justo para sacarse del cerebro el tapón de basura capitalista que le obstruía la mente como un corcho incrustado a la fuerza. Que lo celebraríamos juntos. De ahí en más, todo en blanco. Vi una bolsita con píldoras tirada de su lado de la cama. Vaya a saber que alucinó para abrirse la garganta con el sacacorchos. Pero si hizo eso, ¿yo la había visto y tapado como si nada? ¿Habría habido alguien más con nosotros? ¿La mataron, se suicidó, o yo la asesiné y me higienicé? Como fuera, era hora de largarme de ahí. Encontré mi ropa y mi billetera. Me vestí como un poseso. Con un nudo en la garganta, y una mezcla de culpa, remordimientos, incertidumbre, asco de mí mismo, me prometí no volver a chupar nunca más en la vida. Tragué saliva, y me escurrí como una sombra, animándome a mí mismo, al grito de: ¡Órale!

#Sábadoinfiel -LA RISA DEL DIABLO

#Sábadoinfiel La risa del diablo Amo profundamente a mi esposa. Daría la vida por ella y mis hijos. Me deslomo trabajando para brindarles todos los lujos posibles. Y no lo cuento como excusa: a mí me tentó el diablo. Inventé una capacitación de la empresa para encontrarme con Claudia y Marcela ese sábado. Las descubrí en una página muy particular en internet. No pude sacarme de la cabeza las infinitas posibilidades y experiencias con dos beldades en busca de nuevas sensaciones. Su afirmación de que yo era justo el hombre que buscaban para sus fantasías, luego de verme en las osadas fotos que les envié, mi libido y autoestima aplastadas por años de rutina, florecieron al instante. Me llegué el sábado a la apartada cabaña donde pautamos el encuentro, quedando pasmado por la sensualidad, juventud y belleza de las chicas. Tomamos un trago para romper el hielo. De ahí, no recuerdo más nada, hasta despertar en un hospital, varios días después. Allí me enteré de que me encontraron desnudo, sangrando por el recto, al costado de una ruta. Vaciaron mis cuentas bancarias, reventaron mis tarjetas de crédito, robaron mi auto, mi móvil y mi computadora portátil. No quise realizar la denuncia que pondría en evidencia mi desliz. Mi familia pensaba que fui víctima de un secuestro. Le pedí a los médicos que no mencionaran mi violación, confirmada por ellos. Tuve que insistir mucho en eso. Aunque todos los días tiemblo de espanto con la posibilidad de encontrar imágenes de mí mismo siendo sodomizado, con una amenaza o chantaje a respecto, debo decir que lo único que me apena de mi intento de infidelidad es que haya salido mal. Porque, aunque rezo para que no salga ningún detalle escabroso a la luz, mientras lo hago, puedo sentir la risa sardónica del diablo en mi oído, y sé que tarde o temprano, me volverá a tentar. Lo que sí, cuando ocurra, seré mucho más precavido…

jueves, 4 de febrero de 2021

EDGARD , EL COLECCIONISTA- LOS AMANTES FUSIONADOS

EDGARD, EL COLECCIONISTA LOS AMANTES FUSIONADOS Invité a Aurora a pasar el fin de semana en una cabaña en el campo. Arropados bajo las mantas nos resistíamos al sueño. -Tú, funerario rescatador de almas: cuéntame una historia que no te conozca. - me dijo entre risas. -Pues tendrá que ser una historia ´´prestada´´. Las mías las conoces todas… -Me interesa. Te escucho. -Ocurrió que una casa no se vendía por tener fama de estar poseída por malos espíritus, pese a que la propiedad era hermosa, y el precio muy bueno. ´´Una pareja de recién casados vio allí la oportunidad de hacer un excelente negocio. Hablaron por horas del tema de los fantasmones, y luego de recorrer la casa, con el corredor inmobiliario sudando como un cerdo, decidieron comprarla. ´´El agente, que no veía las horas de salir de allí, los llevó hacia las oficinas y cerraron el negocio. -¿Están seguros? -¡Por supuesto! ¡Ningún cuento de miedo para niños nos hará cambiar de idea! ´´No bien firmaron los papeles, mandaron a restaurar la casona, y se mudaron, felices de pagar por ella una cifra irrisoria. ´´Cuando se instalaron, comenzaron a escuchar horribles gritos que los despertaban por las noches, y durante el día, los objetos se movían o salían disparados. -Bueno, mi amor. Veo que no era una leyenda. Pero lo que ocurre aquí no me parece tan terrible como para que no le podamos hacerle frente. ¿Si llamamos a un cura, que bendiga y exorcice el lugar? -No es mala idea. Pero se me ocurre que antes, podemos hacer nosotros mismos el exorcismo. -¿Y eso cómo sería? -A los malos espíritus los debe espantar la energía positiva. Te propongo que hagamos el amor en todos los rincones de la casa, y verás cómo huyen los fantasmas más malvados… ´´Muertos de risa, llevados por la pasión y la adrenalina, tuvieron sexo desenfrenadamente en cada ambiente. ´´Pese a que lo hacían en parte como una broma, y el deseo mutuo, no dejaron de notar que después de cada acto, unas sombras salían disparadas de los rincones, con un gemido de dolor, y un crujido como de hojas secas quemadas. ´´Ya convencidos de que su método era el indicado para despojar de maldiciones su hogar, siguieron su frenesí sexual, hasta que solo les quedó por ´´sanear´´ el cuarto donde dormían. -Aquí debemos ser muy eficientes. Es el último lugar por despojar de malos espíritus. ´´Y se entregaron al amor con un ardor que hizo temblar el suelo como en un terremoto, mientras siniestras figuras oscuras se retorcían de dolor estallando en chispas alrededor de los amantes. ´´Después de varios días sin noticias de ellos, ya que no se habían presentado a sus respectivos trabajos, ni llamado a sus familias, como lo hacían habitualmente, los padres de ambos, muy preocupados se acercaron a la casa a ver qué ocurría. ´´Pese a que llamaron reiteradas veces, nadie los atendió. ´´ La mamá de la muchacha encontró en una maceta junto a la entrada una llave escondida, e ingresaron a la casa. ´´Les sorprendió el aroma a flores e incienso que impregnaba el aire, y cómo brillaba la luz, con partículas iridiscentes. ´´Recorrieron todos los ambientes buscando a sus hijos, sin hallar signos de violencia que les hiciera sospechar de nada malo. ´´Cuando entraron en la habitación, se les escapó un grito de horror a los cuatro. ´´La pareja estaba en la cama, desnudos, unidos en un abrazo muy estrecho. ´´Aún en la palidez cerúlea de la muerte, se apreciaba que sus cuerpos estaban fundidos en uno solo, como si hubieran sido siameses crecidos juntos, compartiendo la misma piel. ´´Nadie pudo explicar el extraño fenómeno. Ni la policía, ni los forenses, que al hacer la autopsia, encontraron algo que los desconcertó aún más, si esto era posible: los dos cuerpos compartían un único corazón. Absolutamente incomprensible, desde cualquier punto de vista. ´´Lo único que restó por hacerse, fue separar quirúrgicamente los cuerpos, y cerrar el caso, valiéndose de vericuetos burocráticos, y evitar que el caso tomara estado público. -¡Por Dios! ¿Cómo terminó la historia, Edgard? -Por los canales habituales. Una vez separados los cuerpos, se velaron, obviamente a cajón cerrado, en una misma ceremonia. Se les dijo a los deudos que los muchachos se habían intoxicado por una fuga de gas de la casa. Tuvieron que inventar eso, porque hasta hoy es un misterio la inverosímil fusión de los cuerpos. -¿Y la casa siguió embrujada? -Eso me lo puedes contestar tú, mi amada Aurora. -¿Qué quieres decir? -Esta es la cama donde murieron los amantes. Mi padre me contó la historia, cuando compró la casona. Él se encargó del velatorio de la pareja. Según sus palabras, los rostros de los amantes reflejaban un gesto de tal amor y placidez beatífica, que no pudo evitar retratarlos antes de cerrar sus féretros. Me heredó esas fotos, conjuntamente con la casona. Las guardo en mi colección, porque, aunque el fenómeno no tenga explicación, para mí simboliza la eterna lucha del amor contra las fuerzas del mal. Perdóname por no haberte contado del lugar donde te traje… -No te preocupes. Ahora me gusta mucho más. Y ya no está embrujada. Doy fe. Así es, mis amigos. El amor no sigue leyes de la lógica, y a veces, su camino toma bifurcaciones un tanto inquietantes. Los saludo desde La Morgue, esperando su pronta visita. Espero que celebren el mes de los enamorados. Sin excesos. Por las dudas…