martes, 10 de marzo de 2020

CANDELA

Candela Papá le había dicho que no podía bajar al sótano. Que allí tenía herramientas de trabajo peligrosas. Pero nunca veía nada hecho por él. Cuando le preguntó a mamá, ella le contestó, restándole importancia: -Nada, niña. Cosas de hombres. Papi pasaba mucho tiempo allí. A ella le costaba dormir, imaginando un mundo maravilloso que entretenía a su padre. Se moría de ganas de espiar un poquito ´´las cosas de hombres´´. Pero la llave del sótano la llevaba papi en una cadenita en el cuello. Un día que el hombre tenía una cena con sus compañeros de trabajo, Candela encontró la cadenita en la ducha, con sus llaves. No desaprovecharía la oportunidad. Se acostó con excitación. Cuando todo estuvo en silencio, bajó. Abrió la puerta con sigilo. Descendió las escaleras, luego de encender la luz. Lo que encontró la dejó perpleja. Un colchón. Un látigo. Unos instrumentos que desconocía, pero que se veían horribles. Y en el medio de la lóbrega estancia, una niñita de su edad en una jaula, desnuda y horriblemente lastimada, que la miró con terror. -¿Quién eres? -¡Libérame, por favor!¡Ya viene el monstruo a hacerme daño! Aturdida, probó la llavecita pequeña, y le abrió la jaula. Subieron, la anónima niña temblando, y ella sumida en un mar de confusión. La llevó a su pieza. Le dio ropa. -Le diré a mami... -¡No! ¡Déjame ir! Le abrió la puerta de la casa. La aterrada nena se perdió en la noche. Puso las llaves donde las había encontrado. Al otro día, escuchó una fuerte discusión entre sus padres. Mami apareció con el ojo morado. Al poco tiempo, papi volvió a pasar mucho tiempo en el sótano. Candela sintió un vacío oscuro que nunca más podría llenar, pero jamás hablaría de ello. -Fue un sueño- se dijo entre lágrimas…

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